martes, 31 de enero de 2012

1 comentario:

con los ojos cerrados dijo...

La vida se convierte en un espectáculo a medida que se produce. La soledad queda suprimida, porque todos los valores, incluidos los tuyos, están destruidos. Lo único que florece es la compasión, pero no es una compasión humana, una compasión limitada: es algo monstruoso y maligno. Te importa todo tan poco, que puedes permitirte el lujo de sacrificarlo por cualquiera o por cualquier cosa. Al mismo tiempo, tu interés, tu curiosidad, se desarrolla a un ritmo fantástico. También eso es sospechoso, ya que puede atarte a un botón de cuello igual que a una causa. No existe una diferencia fundamental, inalterable entre las cosas: todo es flujo, todo es perecedero. La superficie de tu ser está desintegrándose constantemente; sin embargo, por dentro te vuelves duro como un diamante. Y quizá sea ese núcleo duro, magnético, dentro de ti lo que atrae a los otros hacia ti de buen o mal grado. Una cosa es segura; que cuando mueres y resucitas perteneces a la tierra y lo que quiera que sea de la tierra es tuyo inalienablemente. Te conviertes en una anomalía de la naturaleza, en un ser sin nombre; nunca volverás a morir, si no que desaparecerás como los fenómenos que te rodean.

Trópico de capricornio - Henry Miller